Culto a Ares: 'El manchado de sangre'
Historia de Ares
Ares es el dios Olímpico de la guerra, la fuerza bruta, la violencia, y los horrores de las batallas, como el tumulto y la confusión, así como las hambrunas, las plagas y otras miserias derivadas de los conflictos bélicos. Es hijo de Zeus y Hera, pero su apetito por la destrucción ha conseguido granjearse el odio de casi todos los Olímpicos, incluidos sus propios padres. Solo Afrodita (la diosa del amor), que lo tiene por su amante predilecto, y Hades (el dios de la muerte), que se beneficia de las muchas almas que acaban en la otra vida por las guerras, sienten aprecio por su persona. La mayoría de los hombres desconfían de él, pues incluso en las guerras que patrocina no simpatiza con ningún contendiente o polis, y acostumbra a cambiar de bando según su conveniencia, mientras se abandona al frenesí de la destrucción y el saqueo de las ciudades. Aunque es un gran guerrero, ha perdido multitud de combates contra otros dioses, y es especialmente conocida su enemistad con su hermanastra Atenea (la diosa de la batalla y la estrategia) que siempre consigue derrotarlo con facilidad. En una ocasión, Ares perdió incluso contra Heracles cuando todavía no había alcanzado la inmortalidad, lo que podría considerarse la mayor deshonra posible para un dios, especialmente, si simboliza la guerra. Ares es representado por sus armas (una lanza y una espada) su coraza de bronce, casco y escudo. Sus animales predilectos son el buitre y los perros negros de presa, como los molosos.
Descripción de Ares
Ares es hermoso, de casi 4 codos (2 metros) de altura, y cubierto de músculos por todas partes. De rasgos severos, tiene el pelo y la barba del color del fuego. Aparenta tener unos 25 años de edad. Va siempre vestido con armadura compuesta y armado hasta los dientes. Por diversos motivos, Ares está considerado como la deidad más estúpida de todo el Olimpo. Brabucón, impulsivo y pendenciero, solo parece encontrar diversión en la destrucción de la civilización de los hombres.
Seguidores de Ares
Los seguidores de Ares viven en un eterno estado de tedio del que solo les puede sacar una ocasional pelea o la noticia de una guerra próxima. Aunque algunos de ellos son veteranos y expertos guerreros, capaces de pararse un segundo a pensar antes de actuar, muchos son impulsivos y no miden las consecuencias de sus actos. También son famosos por ser los que menos respeto muestran ante las leyes de los otros dioses Olímpicos. Por este motivo y por su afición de matarse los unos a otros, los seguidores de Ares son el grupo con menor esperanza de vida dentro de la Hélade. Se les suele reconocer por ir fuertemente armados y con grandes armaduras. Brabucones y pendencieros, suelen tomar todo lo que quieren y golpear a todos aquellos que se les oponen, aunque también pueden mostrarse como gente muy afable con otras personas, especialmente, si están borrachos y acaban de vencer un combate o una batalla.
Los sacerdotes de Ares son famosos por ser los menos comedidos, políticos y maquiavélicos de entre todos los clérigos. Van vestidos con túnicas rojas rematadas por símbolos realizados con sangre. Normalmente son excombatientes que han quedado demasiado viejos o deteriorados para volver a las primeras filas de los campos de batalla, y deciden quedarse en la retaguardia realizando sacrificios y tratando de que no se desangren los numerosos heridos. Mientras que la mayoría de los sacerdotes suelen rehuir los combates, llegando a invocar los poderes del Olimpo si fuera necesario para disuadir a los agresores, los sacerdotes de Ares aman la pelea como cualquier otro de su culto, y disfrutan de una buena batalla como el que más.
Atributos típicos en los seguidores de Ares
Características altas: FUE, RES, AGI | Habilidades: Armas CC [Todas], Pelea [Pancracio], Armas D [Lanzar], Evitar [Todas], Batalla [Terreno], Intimidar [Amenazar], Liderazgo [Militar] y Dureza [Fondo] | Rasgos Sociales: Equipo, Seguidores.
Arquetipos comunes en los seguidores de Ares
Mercenarios: hombres libres que se contratan a sueldo para las contiendas militares (una cantidad fija semanal + un porcentaje del botín de la victoria). Suelen llevar equipos de calidad media. Existen versiones femeninas, aunque escasas.
Levas: algunos ejércitos utilizan esclavos y campesinos reclutados forzosamente que, equipados con armas y armaduras de mala calidad, son lanzados contra el enemigo en las primeras oleadas para tantear el terreno. Suelen ser los primeros en morir.
Hoplitas: Ciudadanos nobles bien armados y equipados. Suelen ser el grueso de los ejércitos de los distintos Estados que conforman la Hélade. Como arma principal la lanza, como secundaria la espada, y en la mano izquierda un gran escudo conocido como hoplón.
Veteranos: hombres de cualquier clase social que han participado en alguna guerra. A menudo atormentados por los recuerdos de la batalla y diezmados por sus consecuencias físicas, no suelen adaptarse bien a los tiempos de paz, y ansían volver al combate para poder morir con el arma en la mano.
Estrategos: poderosos generales que comandando sus ejércitos han conseguido hacerse con el control de un territorio, e incluso en ocasiones, robarle su corona a algún que otro rey. Algunas mujeres también ostentan estos puestos.
Comandantes: nobles ciudadanos a los que su rey o su Ágora les ha encomendado la difícil misión de liderar a las tropas de un país en una guerra. Mientras que en las monarquías absolutistas suelen ser hermanos o hijos del rey, en las democracias elijen por votación popular a los mejores de entre los suyos, lo que suele generar un mejor resultado.
Escolta: soldados de clase social libre o noble que se encargan de mantener el orden en la Polis y los poblados de los distintos reinos. Suelen ser corruptos y mantener la paz a través de la fuerza bruta.
Amazonas: aunque muchas de ellas adoren a Artemisa, otras tantas tribus de estas mujeres guerreras, especialmente las tracianas, adoran principalmente Ares, al que tienen como dios, líder, general, padre y amante predilecto.
Guardaespaldas: desde esclavos a nobles, son los encargados de proteger la vida de alguien importante, normalmente, perteneciente a la familia real.
Salteadores: gente que se gana la vida arrasando pequeñas aldeas desprotegidas o a grupos de viajeros, matando a todos los que le oponen resistencia y robando todo lo que encuentran de valor. Mientras que el resto de los ladrones (pertenecientes al culto a Hermes) consideran estas prácticas aberrantes, los salteadores aseguran que no roban, ya que solo toman lo que les pertenece como “botín de guerra”.